En las jornadas de formación sobre ABP, los profesores y profesoras más noveles en el tema de metodologías activas suelen plantearnos mil preguntas sobre la implantación de ABP en el aula. Realmente estas cuestiones suelen referirse a alguna de las fases concretas del ABP, aunque ellos no lo sepan. Nos lanzan preguntas que les van a surgir a ellos y a sus alumnos durante el trabajo en ABP.
Leyendo (una vez más) los recursos de BIE en PBLWORKS.ORG, encontré un artículo interesante sobre este tema. Y le acompañaba una gráfica que me he permitido traducir y adaptar. (Si pinchas sobre la imagen, podrás verla con interactividad)
Aunque este esquema te puede anticipar un poco las dudas que van surgiendo a lo largo de un proyecto, es inevitable tener que pasar por cierto periodo de incertidumbre cuando empiezas tu andadura en ABP. Una manera de reducir estas inseguridades o dudas es hacer proyectos sostenibles (Proyecto Mínimo Viable), coherentes con la experiencia del docente y de los alumnos y alumnas. Crecer en esta metodología según crece nuestra experiencia.
Para diseñar un proyecto mínimo viable, debemos tener en cuenta:
- La dificultad o reto que supone el producto final exigido: debemos medir muy bien la exigencia, porque si es excesiva, puede crear desánimo en el grupo.
- La duración o tiempo disponible para abordarlo: un grupo de estudiantes con experiencia en ABP, necesitan menos tiempo para resolver un proyecto con calidad.
- La experiencia del docente: importante para gestionar todos los procesos simultáneos que surgen durante el ABP: mentorización de los alumnos y equipos, observación y feedback, facilitación de momentos de autoevaluación y coevaluación
- La experiencia del grupo de estudiantes: esto incide directamente en la eficacia del proceso. Cuando los alumnos son autónomos en la gestión de proyectos y conocen las dificultades de un trabajo en equipo, reaccionan mejor al darles evaluación formativa.
- La competencia digital de los agentes: el uso de ciertas herramientas digitales pueden facilitar y agilizar: la implementación de rutinas, el proceso de evaluación formativa, la gestión y curación de contenidos.
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